viernes, 26 de septiembre de 2008

REVISTA DE PSICOLOGIA -Vol. 111 Nº1 - Año 1992
Perspectivas Teóricas en Psicologia del Desarrollo
Prof. Liliana Vilches S.
En esta especialidad, tal como sucede en otras áreas de la Psicología, no se dispone de un sólo cuerpo teórico coherente y vasto que informe de todos los fenómenos del desarrollo psicológico. Para comprender los aspectos exclusivamente psicológicos de la evolución individual, la Psicología del Desarrollo requiere necesariamente, por una parte, del aporte de disciplinas afines, como la Neurología, la Pediatría, la Antropología. Por otra parte, la falta de unidad teórica se vincula con las limitaciones de la Psicología como ciencia. En efecto, aunque actualmente no pueden desconocerse sus grandes avances e importantes aplicaciones prácticas, su grado de madurez dista mucho de aquel nivel que permita el logro de un conocimiento acerca del ser humano, si no completo y acabado, al menos suficientemente satisfactorio en su dimensión psíquica. De ese saber podrían surgir, como consecuencias naturales, los métodos, procedimientos y técnicas que inducen o posibilitan el cambio y transformación de las personas, en el sentido del progreso individual y social. En Psicología del Desarrollo cada una de las diversas aproximaciones teóricas constituye una visión parcial y, naturalmente, incompleta acerca del desarrollo humano. Todas, ciertamente, han ido avanzando en la comprensión de los fenómenos del desarrollo y es así como ese conocimiento ha derivado en aplicaciones prácticas, de corte eminentemente preventivo, dentro de la Psicología misma y en otras disciplinas.
Vale la pena destacar que uno de los mayores aportes de la Psicología del Desarrollo consiste en la determinación de la naturaleza y características de los cambios que se producen en los individuos a lo largo del ciclo vital de la especie humana, como también en la precisión de los factores que intervienen en dichos cambios. De estos hechos se desprende que algunas de sus aplicaciones más valiosas y útiles dicen relación especialmente con la educación y la intervención en las primeras edades de la vida -las más plásticas- con el propósito de propiciar y fomentar el curso normal del desarrollo. De este modo se evita la aparición de desórdenes psicológicos. Importantes son también sus aportes que favorecen y facilitan los procesos de adaptación, que alcanzan los individuos en las más avanzadas etapas de la vida.
Algunas corrientes teóricas contemporáneas han surgido con una fuerte identidad evolutiva. Como Teorías del Desarrollo propiamente tales y dentro del campo mismo de la Psicología del Desarrollo contribuyen a su consolidación dentro de la Psicología. Entre ellas se cuenta la teoría genética de la inteligencia de J. Plaget, que tiene perspectiva organicista y revela una fuerte influencia de la psicología de la forma, pues otorga un papel activo a los individuos en su propio desarrollo, el que emerge, más que de las experiencias externas, desde lo interno, en virtud de los procesos de equilibración y autorregulación. Esto se debe a que Piaget ha destacado el carácter endógeno de las estructuras del desarrollo, principalmente las cognoscitivas, reconociendo que la experiencia sólo proporciona la oportunidad para su manifestación, ya que, finalmente, no las explica. En este sentido, presenta una concordancia básica con E. Erikson y su principio epigenético, según el cual el desarrollo se presenta con una secuencia y vulnerabilidad predeterminadas. Hacemos presente al respecto, que estas teorías no dejan de traernos una reminiscencia de las corrientes maduracionistas, cuyo principal exponente es Gesell.
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Departamento de Psicología de la Universidad de Chile
Advertimos, por otra parte, que, de alguna manera, la teoría Seleccionista de Edelman sobre el funcionamiento del cerebro en la relación del individuo con su mundo, coincide con las conclusiones de las observaciones piagetianas. Según esta idea, el infante, desde su nacimiento, tiene participación activa en su proceso de desarrollo, estructurando y reestructurando el mundo, que se le presenta como caótico y desordenado, en sucesivas categorías, de acuerdo con sus experiencias. Por supuesto que, al comienzo, ellas son del orden de la sensación, la percepción, el movimiento, la emoción y el sentimiento.
Por otro lado, L. Kohlberg, inspirado y basado en los estudios de J. Plaget sobre el juicio moral en los niños, que inició pero abandonó prematuramente, en beneficio de la profundización de los aspectos cognoscitivos del desarrollo, ha elaborado una compleja teoría al respecto. En ella ha formulado una clasificación de los estadios del desarrollo moral, ratificando la idea piagetiana de que el desarrollo cognoscitivo y el desarrollo del pensamiento moral están inextricablemente unidos en una secuencia definida. Es necesario hacer notar que la teoría de Kohlberg debe ser ampliada hacia los aspectos afectivos, comportamentales y sociales de la moralidad. También debe ser relacionada con el desarrollo general de la personalidad de los individuos. De esta manera la teoría mencionada ganaría mucho en profundidad y amplitud.
Otras contribuciones teóricas relacionadas con la Psicología del Desarrollo, que han derivado de teorías surgidas en otras áreas de la Psicología, son las que provienen, especialmente, del campo de la psicología anormal y terapéutica, referidas más bien al ser humano adulto. Si bien debemos reconocer su aporte parcial en nuestra especialidad, aparecen más como meras extensiones teóricas que teorías evolutivas propiamente tales. Entre ellas, algunas se sustentan fuertemente en el estudio del desarrollo psicológico humano, aunque no se hayan constituido originalmente dentro de esta área. Es el caso del Psicoanálisis, que no constituye una teoría del desarrollo, a pesar de los grandes aportes que ha proporcionado: su modelo tiene un punto de partida y un objetivo netamente clínicos. En este ámbito, la dimensión evolutiva es abordada, ya sea porque permite comprender lo patológico, o porque orienta y facilita la labor terapéutica. Pero, con todo, la intención original de Freud no fue la de formular una teoría evolutiva.
Tengamos presente, por otra parte, que la vertiente psicoanalítica freudiana ha descrito algunos aspectos evolutivos importantes de la psicosexualidad humana, desde el nacimiento del individuo, hasta la adolescencia. A este propósito, hace algunos años, Erikson ha completado la clasificación de las etapas psicosexuales hecha por Freud, proponiendo la procreación para la adultez y la sensualidad generalizada para la ancianidad. Se trata en realidad de un planteamiento que ha dejado margen para ser discutido en los círculos psicoanalíticos y que puede tener importantes repercusiones sociales.
Tampoco podemos desconocer, los psicólogos del desarrollo, el hecho de que la corriente psicoanalítica haya destacado acertadamente la importancia de los primeros años de vida, las tempranas vivencias infantiles y las influencias parentales en el desarrollo posterior de las personas. Por supuesto que todos estos aportes han sido recogidos y asimilados por la Psicología del Desarrollo y, desde esa perspectiva, han surgido valiosas aplicaciones para la crianza y educación de la infancia y niñez, algunas de las cuales se mantienen muy vigentes en la actualidad.
Otros continuadores de Freud, también han realizado ciertas contribuciones que son de gran valor para la Psicología del Desarrollo. Adier, por ejemplo, ha llamado la atención hacía la existencia de un ansia de poderío o superioridad en las personas, la que orientaría el desarrollo, similar a ese principio del desarrollo que Stone y Church han denominado “motivación por la competencia” y que Maslow ha conceptualizado como tendencia a la autoactualización.
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REVISTA DE PSICOLOGIA -Vol. III Nº 1 - Año 1992
Asimismo, Adler ha hecho notar los normales e inevitables sentimientos de inferioridad que se presentan durante la niñez, los que corren el riesgo de ser exacerbados por conductas parentales de rechazo o sobreprotección, dando lugar así a los complejos de inferioridad o de superioridad compensatorio. Estas ideas las encontramos presentes, de alguna manera, también en Erikson, especialmente en su tratamiento de las crisis normativas de la niñez, que corren el riesgo de conducir a la desconfianza básica, a la vergüenza, a la culpa y a la inferioridad. Por otra parte, Adier ha puesto el acento en la prospectivídad de la vida psicológica, con su finalismo ficticio, en una contraposición, más aparente que real, con el determinismo freudiano de las experiencias del pasado.
K. Horney, la conocida culturalista del psicoanálisis, ha hecho hincapié en sus elaboraciones teóricas sobre la angustia básica, el sentimiento de soledad y desamparo que experimentan los seres humanos, cuyo origen se encuentra, según ella, en la infancia. Hay que reconocer, a este respecto, que es evidente la influencia de Adler. Pero el mérito principal de K. Horney es haber descrito de manera notable las diferentes formas que puede adoptar el manejo de esa angustia básica. Asimismo, ha mostrado las necesidades neuróticas de carácter irracional que, de hecho, corresponden a conflictos internos, los que pueden evitarse o resolverse, si los niños crecen y se desarrollan en un medio sociocultural donde haya seguridad, amor, respeto, tolerancia y comprensión para sus necesidades.
E. Fromm, por su parte, ha subrayado la importancia que tienen los procesos de separación, diferenciación e individualización, conjuntamente con la adquisición de independencia y libertad, cuando se origina la ansiedad. Aduce además que mientras una persona forma parte íntegramente del mundo, inconsciente de sus posibilidades y responsabilidades, no existe para ella el miedo a ese mundo. Pero cuando se convierte en individuo distinto y libre, aquél se aparece como opuesto, amenazante y riesgoso. Este autor asignó a los padres y a la relación del hijo con ellos, el carácter de factores decisivos para la adquisición de la confianza en sí mismo del niño y el respeto por los demás.
H. Sullivan ha enfatizado aún más el significativo papel de las relaciones interpersonales dentro de la familia, durante la infancia, la niñez y la adolescencia, que son claves en el desarrollo de la persona.
Es de conveniencia tener presente que exísten también algunas contribuciones teóricas provenientes de las ideas del aprendizaje, que tampoco pueden considerarse como teorías del desarrollo propiamente tales. No obstante, tales aportes permiten explicar parcialmente algunos de los cambios que se experimentan a través de las edades y ciertas adquisiciones que tienen lugar durante el desarrollo. Los mecanismos fundamentales a los que aluden estos enfoques son los del aprendizaje por condicionamiento clásico y del aprendizaje por condicionamiento operante o instrumental y los del aprendizaje social a través de modelos.
Dentro de la corriente clásica o tradicional, que tiene su base última en el trabajo experimental con animales, podemos destacar las elaboraciones de S. Bijou y D. Baer, quienes utilizan claramente el modelo proveniente de las Ciencias Naturales, que ha sido objeto de tanta controversia. Con este marco, la concepción subyacente del ser humano es la de un organismo más pasivo, que con iniciativa; más reactivo, que activo; más determinado, que libre. En este sentido, las personas en desarrollo estarían determinadas por su medio ambiente, del cual son reflejo, y su comportamiento estaría controlado por eventos estímuloambientales. Aunque los representantes de esta corriente teórica conciben el desarrollo continuo, también se adscriben a un esquema cronológico de etapas, como todos los psicólogos del desarrollo.
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Departamento de Psicología de la Universidad de Chile
Los representantes más conspicuos de la teoría del aprendizaje social, A. Bandura y J. Kagan, han demostrado cómo es que una serie de capacidades, habilidades y características personales nuevas y complejas son adquiridas mediante la observación de modelos.
Ambas corrientes mencionadas, han tenido aplicaciones prácticas de gran valor dentro del ámbito de la Psicología del Desarrollo, especialmente su contribución euténica a la creación de las condiciones de vida óptimas que fomenten el mejor desarrollo de los individuos y su señalización de orientaciones en cuanto a la crianza y formación de los niños.
Por otra parte, contamos con aportes teóricos específicos provenientes de áreas y disciplinas muy afines a la Psicología. Entre ellos, los que han logrado mayor aceptación y han sido mejor sistematizados son los que entregan la Etología y las otras disciplinas sociales como la Antropología y la Sociología. Las investigaciones de uno de los más connotados etólogos, K. Lorenz, han motivado que algunos teóricos del desarrollo, como J. Bowlby, traten de ver la utilidad y aplicación que puede tener en los seres humanos el estudio de los aspectos evolutivos del comportamiento animal considerado en su medio ambiente natural. Los adeptos a esta teoría intentan explicar algunos comportamientos humanos que presentan características muy peculiares a través del desarrollo, tales como la improntación, la ne-cesidad de establecer vínculos afectivos con los progenitores, el apego de los padres hacia los hijos y el cuidado de ellos; la ira y la agresión, como patrones genéticamente heredados que tienen una función netamente adaptativa y de supervivencia.
Las Teorías Sociales, por su parte, también han contribuído de modo importante a la mejor comprensión de la naturaleza y características de algunos de los cambios que se experimentan con la edad. Como hemos señalado anteriormente (L. Vilches, 1991), el grupo social adopta expectativas y actitudes diferentes hacia el individuo, según su edad y según los cambios físicos y psíquicos que el aumento de edad conlleva. A medida que el individuo crece y se desarrolla, debe adoptar nuevos, numerosos y variados papeles. Con el cambio de estos roles, se deben abandonar conductas que en su época eran adecuadas y esperadas socialmente para la edad, las que deben dar paso a otras que se comienzan a demandar en su lugar. Este proceso implica, sin duda, un desaprendizaje de antiguas pautas y un reaprendizaje de nuevos modos de comportamiento, el cual puede originar algunas dificulta-des de adaptación. L. Hollingwoth es quien, al respecto, ha señalado que no debería enseñarse nada que más tarde deba desaprenderse y ha destacado asimismo las ventajas de la "continuidad" en la crianza y educación de las personas.
Por otra parte, muchas veces deben asumirse papeles completamente nuevos, que antes no estaban contemplados o no existían. Los roles de trabajador, cónyuge, padre, abuelo, aparecen en etapas posteriores a la niñez. En general, la asunción de todo papel nuevo conlleva cierto grado mayor o menor de tensión por la falta de conocimiento o experiencia en su desempeño. No es raro, por lo tanto, que resulte difícil cumplir con las exigencias de cada nuevo papel. En efecto, la sola falta de conocimiento acerca de las responsabilidades inherentes a cada papel, puede ser un impedimento para su buen cumplimiento.
Digamos, en fin, que los variados papeles que cada persona desempeña, a menudo son muy distintos y hasta contrapuestos, requieren conductas diferentes o incluso incompatibles, de modo que puede ser difícil la adecuación a ellos. Los mayores conflictos surgen, justamente, cuando las exigencias de los distintos roles no concuerdan o son incompatibles.
Román (1985) ha hecho notar la importancia que tiene, para el fortalecimiento de la personalidad, para sentirse bien consigo mismo y en definitiva para ser feliz, el cumplimiento cabal de todos los papeles que sea necesario desempeñar en la vida.
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Ello puede lograrse mediante el esclarecimiento de las responsabilidades, la organización y la conversación constructiva.
RESUMEN
La autora se refiere a las limitaciones de la Psicología en la comprensión y transformacíón de las personas, así como también a los aportes de la Psicología del Desarrollo en esta tarea de tan alta envergadura.
Enseguida hace una revisión de las distintas aproximaciones teóricas en el área de su especialidad, destacando tanto las contribuciones como las omisiones de cada una de ellas.
Queda de manifiesto la indispensable complementariedad de los diferentes enfoques teóricos en Psicología del Desarrollo.
BIBLIOGRAFIA
1.- Román, Daniel "Felicidad en la Tierra" Ediciones 29. Barcelona 1985.
2.- Vilches, Liliana "Objeto y fines de la Psicología del Desarrollo». Revista "Psicología" Vol 1 Nº 2

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